Aar es un territorio que no se encuentra en ningún mapa pero está en todas partes. Sus fronteras son imprecisas, efímeras, sólo son
alcanzadas en la evasión que genera el fluir de fromas que desfilan. No hay ayer ni ahora, los artificios del tiempo devienen falaces.
En su transcurso visible una imagen se disgrega en otra imagen, luego estas se asocián a otra y en otras, entretegiendo un espacio de proyección.
Atrapadas entre el cuerpo y el alma, la imaginación las ordena según un juego de afinidades, señalando con incistencia la existencia de una región invisible.